martes, 20 de mayo de 2014

Todo mal con 'Argos Club'

Abriré con la siguiente frase que será el prefacio de todo el texto, básicamente: estoy verdaderamente furiosa con este montaje.
    Algo que definitivamente empieza a hablar bien de un montaje es la puntualidad con la que se inicia, asunto que no ocurrió aquí. El cartel de la obra indicaba que la hora de inicio era a las 6:15 p.m., horario en el cual se asume que el público ya está dentro del recinto y empieza a ver la función… no fue así. Dieron las 6:20 p.m. y seguíamos formados esperando el acceso, fácilmente la función dio inicio con quince minutos de retraso.
    Inicia la obra con un contacto directo y grotesco con el público y uno puede temer que dicho contacto tan directo se dé durante toda la obra… asunto que afortunadamente no es así.
    La primera escena, estrictamente hablando, carece de interés  e impacto dramático, es decir, podemos quitarla y no pasa absolutamente nada. Luego entonces aparece una pareja de lesbianas que dice ser perseguida por quién sabe qué o quién(es) y nunca se nos aclara el asunto, llegan a un hotel… convención que se nos hace saber con un letrerote luminoso que dice “hotel” y, por si fuera poco, con juego de sombras (mal logradas) mostrando lo que normalmente se va a hacer a un hotel (venga, chavos, que no sólo se va a hacer actos sexuales ahí, ¡hay gente que va a hacer del uso original: dormir!). Después una de ellas sufre una sobredosis de cocaína y tiene un viaje muy extraño en el que ve a su madre, un doctor y una pareja de novios perros… este alucine se torna muy pesado en escena, uno sólo está esperando que eso acabe. A esto se debe sumar la ‘bendita’ luz negra que utilizan sólo en esta escena que además se ve fatal pues podemos ver perfectamente bien de dónde está colgando y que sólo está limitando el espacio de los actores pues al tener una sola lámpara los cinco actores deben quedarse en un pequeño haz de luz básicamente quietos… parte principal por la que se da esta pesadez.
    Y entonces pasamos a todo un viaje de cuadros que no tienen conexión entre sí, básicamente se están viendo miniobras en una obra completa que no tiene ni pies ni cabeza. En alguna escena ya cerca del final se menciona a los personajes de la primera escena y esa relación se ve sin sentido y forzada: no hay nada netamente orgánico que los una.
    Para colmo tenemos la intervención de una de las directoras que es evidente que está planeada: 1) la directora no puede hacerse pasar por alguien del público porque no entró con el público; 2) la directora no está sentada entre público sino que hace su entrada “triunfal” en el momento justo y 3) la directora es antinatural en su intervención. Nunca en mi vida como espectadora de teatro he visto una intervención real de este tipo por parte del público. Hay que tomar en cuenta que el público mexicano no está entrenado para este tipo de espectáculos y mucho menos para hacer este tipo de interrupciones, un punto más en contra de esta intervención.
    Ni que decir del maquillaje y los vestuarios. ¿Acaso son zombis? ¿Esa era la idea? ¿Qué efecto tiene el maquillaje? ¿Qué quiere decirme ese vestuario? No tiene sentido con lo que está relatando. Claro, quisieron salir del típico “todos de negro con un elemento del personaje” pero, ¡por Dios! terminaron haciendo exactamente lo mismo.
    Luego vuelve a entrar el personajillo de Argos quien sólo entra para burlarse de los espectadores que esperaban ver una buena obra de teatro y a esta burla se une el resto del elenco. Y bueno, que al menos tenemos el consuelo de saber que el equipo admite entre líneas que el espectáculo no es tan bueno… ni siquiera llega a ser sublime como el espectáculo para representar un mal espectáculo… mira que para personificar lo malo tienes que ser doblemente bueno.
    Para colmo está el uso del multimedia que bien pudo haberse omitido y no pasaba absolutamente nada.
    En fin, un malgasto en recursos nada funcionales que van desde el mentado letrero luminoso de “hotel”, pasando por la luz negra y terminando con el multimedia.
    ¡Bien! Ya están más que preparados para gastar los fondos que les darían para un montaje en la Compañía Nacional de Teatro o la beca del FONCA. ¡Suerte con poder entrar allí!
    Lo único rescatable es la actuación. Felicidades a los actores que lograron hacer mucho con un texto tan pobre y una dirección ambiciosa que se perdió en el camino para conseguir dicha ambición.
Issiz Westenra

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